Superproducción bíblica a cargo de Cecil B. De Mille, un director clásico experto en grandes espectáculos como lo fue Steven Spielberg, mucho después. En este caso, la historia de Moisés y su lucha por liberar al pueblo de Israel de la esclavitud impuesta por el Faraón le da la excusa para escenas que son puro placer cinéfilo, como la separación de las aguas. O para secuencias tan grandilocuentes como la entrega de los diez mandamientos a Moisés por parte de Dios. Uno de esos clásicos de Semana Santa que vale la pena repetirse todos los años
domingo, 12 de octubre de 2008
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